Publicado el 19/09/2021

Quirón: Abrazar la herida

El espejo de Quirón

Quirón, el planetoide que simboliza la resiliencia y capacidad de regenerarnos, se encuentra en su viaje de retrogradación, que durará hasta mediados de noviembre. El cielo así, nos invita a que tomemos contacto con viejas heridas para poder resignificarlas. Pudiendo verlas con otros ojos. Con ojos de amor y comprensión hacia nosotrxs mismxs.

Quirón en la Carta Natal representa aquel dolor o complejo profundo que creemos que nunca podremos sanar. Simboliza esos aspectos en los que nos sentimos incomprendidxs, abandonadxs, excluidxs. Ahí donde sentimos que nadie nos entiende. Que somos lxs únicxs atravesando esa situación.

Sin embargo, con el tiempo nos damos cuenta, de que todxs estamos un poco rotxs por dentro. Empezamos a reflejarnos unxs en otrxs y vemos que, en mayor o menor medida, todos sentimos dolor por el simple hecho de estar encarnadxs. Miramos a quien tenemos al lado y ya no nos sentimos tan solxs. Todo se hace un poco más liviano. Porque podemos crear redes de contención que nos permitan darle otro sentido a eso que dolió tanto. Y así, animándonos a compartir nuestra historia con quienes estén viviendo algo similar, es que tomamos conciencia de toda la sabiduría adquirida en ese camino que recorrimos.

Es justamente a partir de esas experiencias que nos desarman, que podemos tomar contacto con la capacidad de sanarnos. Gracias a que tocamos fondo y abrazamos eso que rechazábamos de nosotrxs mismxs, es que podemos aceptar todas nuestras partes e integrar la totalidad que somos. Es que podemos hacer piel nuestra fortaleza interna y energía vital para salir adelante.

Sanar las heridas

Quirón, en su recorrido por el signo de Aries, pone sobre la mesa antiguos enojos y deseos no jugados. ¿Qué emociones que reprimiste se cristalizaron y transformaron en angustias? ¿Qué broncas necesitas sanar? ¿Qué cosas elegís hoy perdonar?
El fuego ariano se enciende e ilumina todo eso que no queremos ver. Todo eso que quisiéramos, quede oculto en la noche. Pero es ahí donde está el verdadero tesoro. En bucear profundo adentro. Porque solamente haciéndole espacio a lo que nos marcó, es que realmente podremos liberarnos.

La herida quironiana no desaparece. Cierra, pero no se borra. Es la cicatriz que nos recuerda que sanar lleva tiempo. Que requiere paciencia, aceptación y amor. Que eso que enfrentamos también nos trajo hasta donde estamos en este presente. Que nos hizo crecer y expandir nuestra conciencia. Nos recuerda que de eso se trata la experiencia humana: de redescubrirnos, aprender de las experiencias y confiar en nuestra capacidad constante de renacer una y otra vez.

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Publicado por Melisa Martin

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