Publicado el 08/03/2021

#8M: la lucha feminista desde la mirada del Yoga

La profesora de Ashtanga Yoga, Tati Feldman, nos comparte un texto que reflexiona sobre el papel de la mujer en el yoga, y sobre los derechos conquistados y por conquistar: 8M: la lucha feminista desde la mirada del Yoga.

La propuesta de escribir para el 8M es un desafío divino. Digo que, además de yogui, siento que es un honor que me den este espacio de expresión a mi voz y el desafío es por habitar las contradicciones mismas de la existencia humana. De las letras yoguis se expresan palabras terrenales, de nuestra realidad cruda y maravillosa, más la tarea del yoga como expresión filosófica y concreta y de les practicantes como seres que la encarnan, es tener la capacidad de hacer llegar el mensaje de unión y transformación profunda. Con actos, con voz, con ejemplos. La consigna que atraviesan estas palabras sería esa: cuestionate todo, transformalo todo.

No hace falta ahondar mucho o ser un(e) gran investigador(e) para encontrar todo el discurso hegemónico y patriarcal en la historia que nos contaron del Yoga, junto a sus reglas, por ejemplo en el ásana, en nuestros ciclos menstruales y en el sinfín de “maestros” abusadores dirigiendo escuelas.

Yo creo que el Yoga es alquimia y comunión con une misme, les otres y el todo (quién o qué sea para nosotres). Es un impulso de transformación poderoso y consciente, ¿pero qué es la conciencia espiritual sin una mirada histórica, social, política y de género? Es una forma más de opresión.

Solo por revisar algunos puntos para que se abra en nosotres preguntas:

Nuestros ciclos menstruales son únicos, a pesar de su ciclicidad más o menos estipulada. Cada cuerpa es única, se expresa de manera individual, sentimos, dolemos, gozamos diferente. Menstruamos y la propuesta es lineal. Los días del ciclo se detiene la práctica de ásana y no se realizan posturas invertidas. En el Ashtanga Yoga es regla general, regido bajo el calendario lunar, incluye a la luna roja para las mujeres y hombres que menstrúan. No quiero traer acá mi opinión personal, porque es solo mía, quiero que nos investiguemos, que lo probemos, que evaluemos nuestras reales necesidades y a partir de ahí tomemos las decisiones que queramos. No por reglas impuestas, sino por observación y necesidad real.

Como no es un texto de opiniones, sino de cuestionamientos, nos invito a re pensar los espacios de poder en general y en el yoga en particular.

¿Por qué será que la mayoría de esos espacios son ocupados por hombres?

Aquella figura del “maestro” incuestionable está cayendo, estamos hablando entre nosotres, tejiendo redes y exponiendo miserias. Estamos en contacto con nuestro poder real. Esa capacidad de poder expresar a viva voz, lamer nuestras heridas y crecer sobre ellas. Hay tanta mitología hindú de mujeres tipo amazonas guerreras, anti patriarcales y poderosas. Permitamos que el yoga sea la expresión de esa energía.

Pensar que tantas veces repetimos el cuento de que en los inicios el yoga era meramente masculino, ¿de qué inicio hablamos? Del “había una vez” que nos contaron a quienes les servía suprimir gran parte de nuestra historia, la de nuestras ancestras, las yoguinis, las hechiceras, las meditadoras, las curanderas, las brujas y las bailarinas.

El yoga es todo esto (y más, sin dudas), es dentro y fuera del mat. La maravillosa pulsión imparable de querer transformar todo, de expresar libremente quiénes somos, cómo queremos vincularnos y con la confianza de tenernos. Somos una red, cuidemos nuestras palabras, pensamientos, cuidemos nuestro vínculo con la naturaleza. Poquito a poco, la voz feminista también está sacudiendo todo dentro de la comunidad yogui y eso es maravilloso.

Durante mucho tiempo me sentí incomoda porque creía que en el yoga todo debía ser “espiritual y sacro”, algo así como humanes vestidos con túnicas blancas y  encendiendo velas. Hoy siento que la revigorización del movimiento feminista, la cuarta ola y las mujeres sacudiendo todo también llegan hasta el Yoga para cambiarlo y hacerlo crecer sobre nuevas bases, más equitativas, sinceras, livianas y sin olor a podrido. Me encuentro rodeada de una comunidad movilizada, que usa su tiempo, su llegada, sus recursos para llevar adelante la transformación que quiere ver en el mundo.

El yoga es acción, como militancia, como compromiso político y social, es expresión del espiral de la constante transformación. Es lograr que miles de millones de individualidades vibren en un mismo sentido.

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Publicado por Tati Feldman

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